Boletín Especial: Infecciones Respiratorias Agudas y Atención Primaria – Panorama 2025

Situación epidemiológica actual de las infecciones respiratorias agudas (IRA)

Las infecciones respiratorias agudas continúan siendo un importante desafío de salud pública a nivel global y regional. Antes de la pandemia de COVID-19, las IRA eran de las principales causas de morbilidad y mortalidad, especialmente en poblaciones vulnerables como niños pequeños y adultos mayores. Por ejemplo, la neumonía (una forma grave de IRA) es la principal causa individual de muerte infantil por infección en el mundo, cobrando la vida de 740.000 niños menores de 5 años en 2019 (lo que representó el 14% de todas las muertes en menores de cinco años)​who.int. En Colombia y América Latina, las IRA han sido históricamente una de las causas más frecuentes de consultas médicas en atención primaria y de ausentismo escolar y laboral, con patrones estacionales ligados a temporadas lluviosas o frías. Durante 2020-2021, las medidas de mitigación por COVID-19 (uso de mascarillas, confinamientos, etc.) resultaron en una disminución inédita de gripe estacional y otros virus respiratorios comunes. Sin embargo, a medida que dichas medidas se relajaron en 2022 y 2023, estos virus regresaron con fuerza, restableciendo los niveles de circulación habituales e incluso causando algunos repuntes fuera de temporada.

En el momento epidemiológico actual (2023-2025), nos encontramos en una etapa pospandémica donde co-circulan múltiples virus respiratorios. Si bien la COVID-19 ha pasado a una fase endémica con menores tasas de mortalidad que en picos previos, el SARS-CoV-2 continúa circulando y evolucionando. De hecho, en 2024 se observó un incremento progresivo de la actividad de COVID-19 en la Región de las Américas entre las semanas epidemiológicas 17 a 28, particularmente en el Caribe, Norteamérica, la subregión Andina y Centroamérica​paho.org, impulsado por nuevas subvariantes de Ómicron con mayor evasión inmune. Esta ola de COVID-19 coincidió con una intensa circulación de otros virus respiratorios: en varios países andinos y centroamericanos se registró actividad epidémica de influenza estacional (predominando la cepa A(H3N2)), a la vez que aumentaron los casos de virus respiratorio sincitial (VRS) en esas mismas subregiones​paho.org. Colombia, al igual que sus vecinos de la región andina, enfrentó en 2023-2024 este patrón de co-circulación de SARS-CoV-2, influenza y VRS, lo que ejerció presión adicional sobre los servicios de salud durante los picos estacionales de IRA. Las estadísticas nacionales mostraron un retorno a las tendencias pre-pandémicas en consultas por IRA, con incrementos notables en la demanda de atención pediátrica por bronquiolitis y neumonías virales durante los picos de VRS, y brotes localizados de influenza fuera de la típica temporada de gripe.

Desde una perspectiva latinoamericana más amplia, las tendencias recientes sugieren la posibilidad de “sindemias” estacionales, es decir, la superposición de epidemias de distintos virus respiratorios. Esto ha llevado a las autoridades sanitarias a reforzar la vigilancia epidemiológica integrada. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advirtió en agosto de 2024 que la circulación concurrente o consecutiva de múltiples virus respiratorios puede aumentar la demanda asistencial y riesgo de saturación del sistema​paho.orgpaho.org. En enero de 2025, ante el aumento de infecciones respiratorias en el hemisferio norte, la OPS/OMS emitió una alerta epidemiológica instando a los países a “ajustar los planes de preparación y la organización de los servicios de salud” para responder a eventuales incrementos de casos, enfatizando la importancia de diagnóstico temprano, vacunación en grupos de riesgo, medidas estrictas de control de infecciones, abastecimiento adecuado de insumos (como antivirales y equipos de protección personal) y una comunicación de riesgos efectivapaho.orgpaho.org. En suma, nos encontramos en una fase de transición donde las IRA retoman su comportamiento endémico/estacional, pero con la lección aprendida de que pueden desestabilizar el sistema sanitario si coinciden múltiples brotes. La buena noticia es que contamos con mejores herramientas de vigilancia, vacunas y planes de respuesta que antes de 2020, lo cual permite anticipar y mitigar el impacto de estas infecciones.

La atención primaria de salud (APS) ha demostrado ser la primera línea de defensa durante las crisis sanitarias, desempeñando un rol crucial tanto en la respuesta a la pandemia de COVID-19 como en brotes epidémicos previos (por ejemplo, la pandemia de influenza A(H1N1) en 2009). En contextos de aumento explosivo de casos de IRA, la APS es fundamental para contener la carga en hospitales a través de la gestión oportuna de casos leves y moderados, la educación comunitaria y la prevención. Durante la pandemia de COVID-19, los equipos de APS en Colombia y el mundo implementaron estrategias innovadoras para mantener la continuidad de la atención y responder al volumen de pacientes, tales como: triage respiratorio (áreas separadas para evaluar pacientes con síntomas respiratorios), telemedicina y seguimiento telefónico de pacientes en aislamiento domiciliario, monitoreo comunitario a través de equipos básicos de salud y promotores comunitarios, y campañas masivas de vacunación coordinadas desde los centros de salud locales. Estas intervenciones permitieron detectar precozmente casos graves para referencia, brindar tratamiento temprano en el primer nivel y difundir medidas de autocuidado a la población. Un elemento clave en situaciones de crisis es la gestión integrada y flexible de los servicios de salud

Respuestas de la atención primaria en situaciones de crisis sanitarias

La experiencia reciente enseñó la importancia de contar con planes de contingencia actualizados que permitan, por ejemplo, extender horarios de atención primaria, redistribuir personal sanitario hacia las áreas más necesitadas y establecer redes de derivación eficientes. La OPS ha recomendado a los Estados Miembros mantener planes de respuesta preparados en todos los niveles de atención para afrontar incrementos repentinos de la demanda por IRA​paho.org. Esto incluye asegurar recursos como oxígeno, medicamentos esenciales y equipos de protección, así como protocolos claros de escalonamiento de la atención. En varios países latinoamericanos se recurrió al despliegue de unidades móviles de atención primaria y brigadas médicas hacia zonas con brotes, asegurando la cobertura incluso en comunidades apartadas durante la crisis.

La coordinación intersectorial y la comunicación clara con la población también son parte integral de la respuesta en APS. En emergencias sanitarias, los centros de atención primaria trabajan de la mano con autoridades locales, escuelas, líderes comunitarios y medios de comunicación para difundir mensajes de prevención (higiene de manos, etiqueta respiratoria, aislamiento cuando corresponde), combatir la desinformación y promover la confianza en las medidas de salud pública. Un ejemplo fue la difusión de información sobre COVID-19 y vacunación en lenguas indígenas y a través de radio comunitaria en regiones apartadas, adaptando el mensaje a contextos locales. Estas acciones comunitarias, propias de la APS, mejoran la adherencia de la población a las recomendaciones y favorecen la contención de los brotes.

En síntesis, las crisis recientes han reafirmado el papel imprescindible de la atención primaria: resolver la mayor parte de los casos de IRA en el primer nivel de atención, identificar tempranamente signos de alarma para referir a tiempo, y liderar las estrategias de salud pública en la comunidad. Fortalecer la APS – en recursos humanos, insumos, capacitación en manejo de emergencias y sistemas de información – es una inversión crítica para enfrentar eficazmente no solo la actual coyuntura epidemiológica, sino también eventuales pandemias futuras.

Impacto diferencial en comunidades vulnerables y respuestas adaptadas

Si bien las infecciones respiratorias agudas afectan a toda la población, su impacto no es homogéneo: las comunidades más vulnerables suelen llevar la peor parte en términos de incidencia, gravedad y desenlaces adversos. Determinantes sociales de la salud como la pobreza, el hacinamiento, la malnutrición y el difícil acceso a servicios sanitarios hacen que ciertas poblaciones experimenten tasas más altas de IRA y mayores complicaciones. Por ejemplo, en niños con desnutrición o con sistemas inmunológicos comprometidos, el riesgo de neumonía grave es significativamente mayorwho.int. De igual forma, condiciones de vivienda inadecuada contribuyen al problema: la contaminación del aire en interiores (p.ej., por humo de leña en hogares rurales) y el hacinamiento facilitan la transmisión de patógenos respiratorios y aumentan la susceptibilidad a infecciones como la neumoníawho.int. Estos factores explican por qué históricamente la mortalidad por IRA (especialmente neumonías) se concentra en las regiones y barrios más pobres, y en grupos como las comunidades indígenas y rurales aisladas. Durante la pandemia de COVID-19, se evidenció con crudeza esta inequidad: poblaciones vulnerables — incluyendo minorías étnicas y personas de estratos socioeconómicos bajos tuvieron tasas desproporcinadamente altas de contagio y mortalidad.

En América Latina, la letalidad de COVID-19 fue mayor en municipios con altos índices de pobreza y en zonas con baja densidad de servicios de salud. Las comunidades indígenas de la Amazonía, por ejemplo, enfrentaron especiales dificultades ante la llegada del virus debido a barreras geográficas, lingüísticas y a la escasez de infraestructura hospitalaria cercana. Esta experiencia ha resaltado la necesidad de diseñar respuestas de salud pública adaptadas cultural y contextualmente. En Colombia, los programas de atención primaria en salud con enfoque diferencial han buscado cerrar esta brecha. Estrategias como las Rutas Integrales de Atención en Salud (RIAS) priorizan intervenciones en primera infancia, maternidad segura y enfermedades prevalentes de la

infancia (incluyendo IRA), focalizando esfuerzos en poblaciones vulnerables. Asimismo, se han implementado modelos de salud comunitaria intercultural en regiones con alta población indígena y afrodescendiente, integrando saberes tradicionales y contando con agentes comunitarios de salud que sirven de enlace entre los servicios formales y la comunidad. Durante los picos de IRA, estos agentes locales apoyan en la identificación temprana de casos graves (por ejemplo, alertando sobre niños con dificultad respiratoria en veredas remotas) y en la derivación oportuna al centro de salud más cercano.

Otra medida importante ha sido llevar la prevención y la atención fuera de las paredes del consultorio. En barrios urbano-marginales, equipos de APS han realizado visitas domiciliarias para monitorear a adultos mayores solos o pacientes crónicos con riesgo, entregando kits de higiene (mascarillas, gel antibacterial) e información sobre síntomas de alarma. En zonas rurales dispersas, se han utilizado clínicas móviles y jornadas extramurales de vacunación (contra influenza, COVID-19, neumococo) para alcanzar a la población que normalmente tendría que recorrer largas distancias. Estas intervenciones acercan la atención a quienes más la necesitan y reducen las brechas de acceso. No menos importante, las campañas de educación en medios locales y escuelas – adaptadas al contexto cultural – empoderan a las comunidades con medidas de autocuidado (abrigo adecuado de niños en climas fríos, ventilación de viviendas, nutrición, etc.) y ayudan a derribar mitos (por ejemplo, aclarando que los antibióticos no curan los resfriados virales).

Finalmente, la respuesta adaptada en salud pública implica también la protección financiera y social de los más vulnerables durante las crisis. Programas de apoyo alimentario, subsidios de desempleo y ampliación de cobertura en salud han mitigado en parte el impacto colateral de las pandemias en comunidades pobres. La integración de estas políticas con las intervenciones sanitarias puras hace más resilientes a las comunidades frente a las IRA y otras amenazas. En conclusión, reducir el impacto diferencial de las IRA requiere abordar los determinantes sociales (mejorando viviendas, nutrición, educación) y continuar fortaleciendo la APS comunitaria con enfoque de equidad, de modo que “no quede nadie atrás” en la protección de la salud respiratoria.

Opciones de tratamiento en urgencias basadas en la evidencia

El manejo adecuado de las infecciones respiratorias agudas en los servicios de urgencias y primer nivel es crucial para reducir complicaciones y mortalidad. Las guías basadas en evidencia orientan al personal de salud sobre cuáles intervenciones terapéuticas ofrecen beneficio comprobado en distintas situaciones. A continuación, se resumen las principales opciones de tratamiento para IRA de manejo urgente, empleadas según etiología y gravedad del cuadro:

1. Terapia antibiótica (antibacteriana): Los antibióticos están indicados cuando existe sospecha o confirmación de infección bacteriana, como en neumonías bacterianas, algunas exacerbaciones de EPOC de origen infeccioso, otitis o sinusitis bacterianas, etc. En casos de neumonía adquirida en la comunidad, las evidencias respaldan el uso de antibióticos de espectro adecuado (por ejemplo, amoxicilina sigue siendo de primera línea para neumonía lobar en niños y adultos jóvenes sin comorbilidades, según guías de la OMS y la OPS). El uso prudente de antibióticos es fundamental: dado que la mayoría de las IRA en atención primaria son virales (resfriados, bronquitis agudas, influenza no complicada), no requieren antimicrobianos. Prescribir antibióticos innecesariamente no brinda beneficio clínico y contribuye al desarrollo de resistencia bacteriana. Por otro lado, cuando están indicados, su provisión oportuna salva vidas; sin embargo, aún existen brechas en la cobertura: a nivel global solo alrededor de un tercio de los niños con neumonía reciben los antibióticos que necesitanwho.int, lo que evidencia problemas de acceso y subdiagnóstico. En Colombia, iniciativas como el programa de Uso Racional de Antibióticos promueven la prescripción basada en guías y la educación al paciente (por ejemplo, explicando que los antibióticos no aceleran la recuperación de una gripe). En urgencias, se recomienda obtener, cuando es posible, muestras (cultivos, antígenos) antes de iniciar antibiótico para orientar la terapia, sin demorar el tratamiento en casos severos. Asimismo, es importante reevaluar al paciente a las 48-72 horas: si los cultivos resultan negativos para bacteria y la evolución es buena, podría suspenderse el antibiótico para evitar prolongar innecesariamente el tratamiento.

2. Terapias antivirales: En los últimos años se han ampliado las opciones antivirales para el manejo de ciertas IRA virales, particularmente influenza y COVID-19. En el caso de la influenza, el antiviral más utilizado es oseltamivir (inhibidor de neuraminidasa), indicado sobre todo en pacientes con factores de riesgo de complicaciones (mayores de 65, embarazadas, comorbilidades) o con enfermedad grave. La evidencia indica que oseltamivir, iniciado idealmente en las primeras 48 horas desde el inicio de síntomas, puede acortar la duración de la enfermedad y reducir el riesgo de complicaciones como neumonía secundariapaho.org. Las guías internacionales (CDC, OMS) recomiendan su uso en influenza moderada-grave o en grupos vulnerables, aunque su beneficio en personas jóvenes previamente sanas con gripe no complicada es modesto. Para virus respiratorio sincitial (VRS) en lactantes de alto riesgo, si bien no hay antivirales específicos aprobados para tratamiento, existe profilaxis con anticuerpos monoclonales (palivizumab, y recientemente nirsevimab) que previene la infección grave en bebés vulnerables; este avance preventivo se espera que disminuya las hospitalizaciones pediátricas por VRS en el futuro cercano. En cuanto a COVID-19, la irrupción de antivirales orales ha sido un cambio importante en el manejo ambulatorio de pacientes de riesgo. El más destacado es nirmatrelvir/ritonavir (Paxlovid), que en ensayos clínicos mostró reducir en ~89% el riesgo de progresión a enfermedad grave u hospitalización cuando se administra en los primeros 5 días de síntomas en pacientes de alto riesgo (no vacunados o con comorbilidades) (Hammond et al., 2022). Actualmente, las autoridades sanitarias han incorporado Paxlovid en el manejo de COVID-19 leve-moderado en personas vulnerables (mayores, inmunosuprimidos, enfermedades crónicas) para prevenir complicaciones, siempre y cuando no existan contraindicaciones por interacciones medicamentosas. Otra opción antiviral disponible es remdesivir intravenoso, utilizado principalmente en ámbitos hospitalarios para COVID-19 moderado a grave, y molnupiravir oral, con eficacia más modesta (~30% de reducción de riesgo) reservado para casos donde no se puede usar Paxlovid. Es importante recalcar que estos antivirales no sustituyen la vacunación, pero son un complemento valioso en la estrategia terapéutica basada en evidencia.

3. Manejo sintomático y de soporte: Independientemente del agente causal, muchas medidas de tratamiento de las IRA se centran en aliviar síntomas y mantener funciones vitales, ganando tiempo mientras el cuerpo combate la infección (o actúan los antimicrobianos cuando se indican). En urgencias y APS, el manejo de la vía aérea y soporte ventilatorio es prioritario en casos de dificultad respiratoria: administrar oxígeno suplementario a pacientes con saturación baja (SpO2 <92% en adultos, <94% en niños, o según guías) mejora la oxigenación tisular y previene falla orgánicapaho.org. En crisis asmáticas o broncoespasmo asociado a bronquiolitis, el uso de broncodilatadores inhalados (salbutamol) o nebulizaciones con solución hipertónica puede ser útil según la edad y el cuadro. El control de la fiebre y el dolor se logra con antipiréticos/analgésicos (paracetamol, ibuprofeno) que mejoran el confort del paciente y pueden prevenir deshidratación en niños pequeños al facilitar la ingesta. La hidratación es otro pilar: ofrecer líquidos por vía oral o intravenosa (si hay signos de deshidratación) para mantener una buena perfusión. En niños congestivos, la limpieza nasal con solución salina facilita la alimentación y respiración. Medidas simples como el reposo, mantener una adecuada humedad ambiental y elevación del cabezal al dormir pueden contribuir a la mejoría sintomática. Es importante evitar medicaciones no respaldadas por la evidencia o potencialmente dañinas: por ejemplo, no se recomienda el uso rutinario de antitusígenos opioides en niños, ni de antibióticos en cuadros virales; igualmente, el uso de corticoesteroides sistémicos debe reservarse para indicaciones claras (como laringotraqueítis grave, exacerbación asmática o neumonía COVID hiperinflamatoria) debido a sus efectos secundarios.

En todos los casos, el manejo en urgencias de una IRA debe seguir un enfoque protocolizado pero individualizado según la condición del paciente. La medicina basada en evidencia nos guía sobre qué intervenciones han demostrado eficacia promedio, pero el juicio clínico adecuará esas recomendaciones a cada situación particular. Un aspecto vital es la educación al paciente y su familia al momento del egreso: explicar el diagnóstico, los signos de alarma por los que debe reconsultar (por ejemplo, incremento de la dificultad respiratoria, fiebre persistente más de 5 días, decaimiento marcado, etc.) y las medidas de cuidados domiciliarios. También se debe programar control ambulatorio post-urgencias cuando corresponda, para asegurarse de la resolución del cuadro. Este componente educativo y de seguimiento es parte integral del manejo basado en la evidencia, ya que mejora la adherencia al tratamiento y permite detectar complicaciones en forma temprana.

Las infecciones respiratorias agudas continúan representando un reto significativo para la salud en Colombia y América Latina, especialmente en el contexto actual de co-circulación viral pospandemia. Hemos revisado cómo la epidemiología reciente muestra patrones cambiantes y la necesidad de fortalecer la vigilancia; cómo la atención primaria ha respondido con resiliencia e innovación durante las crisis sanitarias; el impacto desproporcionado que sufren las poblaciones vulnerables y las estrategias para lograr mayor equidad en la respuesta; y las herramientas terapéuticas basadas en evidencia que tenemos a disposición en el primer nivel y las urgencias para manejar eficazmente estos cuadros.

Es evidente que la Atención Primaria en Salud juega un papel protagónico en cada uno de estos frentes. Por ello, es fundamental que los médicos generales y demás profesionales de APS se mantengan actualizados y articulados con las políticas públicas y la evidencia científica más reciente. En este sentido tido, queremos extender un invitación cordial a todos los médicos generales, y miembros del equipo de salud al Congreso IPMA de Colombia de Atención Primaria. Nuestro congreso será un espacio académico de alto nivel y pertinencia, donde se profundizará en los temas abordados en esta newsletter y muchos más. Expertos nacionales e internacionales presentarán las últimas tendencias en el manejo de infecciones respiratorias y otras condiciones prevalentes, compartirán experiencias exitosas de atención primaria durante la pandemia, y discutirán estrategias para seguir fortaleciendo nuestro primer nivel de atención.

Participar en el Congreso IPMA les brindará la oportunidad de actualizar conocimientos, intercambiar experiencias con colegas de todo el país y la región, y establecer redes de colaboración que sin duda enriquecerán su práctica profesional y el servicio que brindan a la comunidad. Los desafíos en salud son cada vez más complejos y globales, pero también lo son las soluciones cuando trabajamos integradamente desde la APS. Los invitamos a ser parte activa de este movimiento de renovación y fortalecimiento de la atención primaria. ¡Los esperamos en el Congreso IPMA de Atención Primaria, donde juntos seguiremos construyendo una salud más cercana, integral y resiliente para todos!

Referencias

  • World Health Organization (WHO). (2021). Pneumonia in children. Fact Sheet. Recuperado de https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/pneumonia.
  • Pan American Health Organization (PAHO). (2024, 5 de agosto). Epidemiological Alert: SARS-CoV-2, influenza, and other respiratory viruses in the Region of the Americas. Washington, D.C.: PAHO/WHO. paho.orgpaho.orgpaho.orgpaho.org.
  • Pan American Health Organization (PAHO). (2025, 17 de enero). Alerta Epidemiológica: Aumento de la actividad de influenza estacional y otros virus respiratorios en el hemisferio norte. Washington, D.C.: OPS/OMS. paho.orgpaho.org.
  • Hammond, J., Leister-Tebbe, H., Gardner, A. et al. (2022). Oral nirmatrelvir for high-risk, nonhospitalized adults with Covid-19. New England Journal of Medicine, 386(15), 1397-1408. doi: 10.1056/NEJMoa2118542

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